miércoles, 2 de marzo de 2016

Distributismo. Los principios

¿Es realista hablar de una economía que esté al servicio de los seres humanos (como propone la encíclica Caritas in Veritate) y no al revés? Pensamos que sí. Tanto el capitalismo como el socialismo son hijos de la industrialización, es decir, de la producción a gran escala. Para este tipo de producción se precisa agrupar la mayor cantidad de recursos en pocas manos, ya sean de grandes empresarios en el caso del capitalismo o de burócratas públicos en el del socialismo. Este sobredimensionamiento de la producción, no sólo nos hace esclavos de la misma, hasta el punto de poner al hombre al servicio de la producción en lugar de a la producción al servicio del hombre, sino que nos ataca también por lado de las posibilidades de consumo, estandarizadas y sin apenas margen para la elección, por no hablar de sus efectos sobre la salud y el medio ambiente. Tanto capitalismo como socialismo son hijos de una época en la que, en el marco de una fuerte beligerancia entre naciones y de un pensamiento que valoraba los logros materiales muy por encima de la ética o de las personas, la eficiencia era puesta por encima del ser humano. 

Pensamos honestamente que existe un camino alternativo, que nos enseñaron pensadores como G. K. Chesterton, Hilaire Belloc o E.F. Schumacher. Un camino que pasa por la reversión de esas prioridades, y que ese camino no solo es posible sino que además es imprescindible para la supervivencia de nuestra sociedad y de nuestra cultura. Esa senda pasa necesariamente por la recuperación de valores tradicionales como la familia o la propia vida en comunidad que, lejos de constituir un peligro para la libertad individual, como a menudo se nos ha querido vender, suponen el único marco adecuado para pleno y libre desarrollo de la creatividad de cada persona. Queremos una economía a escala humana.


Para ello defendemos:

1.      Que las familias deben tener acceso a la propiedad de los medios de producción. Para ello debe fomentarse la empresa familiar y de pequeño tamaño.
2.      Que las actividades de producción, distribución y consumo deben ordenarse a pequeña escala y de manera respetuosa con el medio ambiente.
3.      Que el trabajo debe ser una actividad creativa y de autorrealización, y no un mero esfuerzo vacío de significado más allá de la obtención de un salario.
4.      Que el sistema financiero debe servir para convertir los ahorros de unas familias en posibilidades de inversión para otras, y no para acumular beneficios abusivos no justificados.
5.      Que han de ser la cooperación, y no la competencia descontrolada, y la solidaridad, y no el máximo beneficio, los principios rectores de la actividad económica.
6.      Que la actividad económica, como fenómeno que implica al hombre en su actuación en sociedad, ha de procurar el enriquecimiento integral de éste.
7.      Que la recuperación moral de la sociedad europea y occidental ha de pasar necesariamente por la restitución de la cultura clásica y tradicional que le da origen y sentido.
8.      Que ha de ser la subsidiariedad, y no el despilfarro, el exceso de control o el laissez-faire, el principio básico para ordenar la actuación del Estado en la economía.

1 comentario:

  1. Enhorabuena.

    Es necesario predicar el Distributismo a tiempo y destiempo. Lo intentamos con http://ligadistributista.blogspot.com pero la carga se nos hizo muy pesada.

    ¡Ánimos!

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