Gilbert Keith Chesterton nació en Inglaterra en 1874 de Edward y Mary Louis Chesterton. Su familia paterna era anglicana y su familia materna era evangélica, aunque la familia acudía a los servicios de una iglesia unitaria. En realidad, la religión no jugaba ningún papel en sus vidas, era una convención más, algo que un buen ciudadano inglés debía hacer. En general, se adecuaban bastante al ambiente moderno de la época, puesto que poseían una mentalidad positivista. El matrimonio tendría otro hijo en 1879, Cecil, que sería el gran compañero de su hermano Gilbert.
El fin de los estudios pre-universitarios le pilló con el pie cambiado. Chesterton no tenía claro su futuro y decidió matricularse en cursos de Arte, Francés, Inglés y Latín en el University College de Londres. Sin embargo, su indolencia pronto le hará abandonar y, finalmente, sólo continuará con su vocación de pintor en la Slade School. Durante estos años, Chesterton vivirá inmerso en el ambiente bohemio, con una existencia errática y carente de objetivos. Nada hacía presagiar el rumbo que tomaría la vida de Chesterton en los años siguientes.
A través de la Literatura, de sus lecturas de Dickens, Stevenson, Browning y Whitman, se le abrió a Chesterton una realidad nueva. En 1896, entraría en su vida una de las personas que más ayudó por hacer de Chesterton lo que llegó a ser: su futura esposa Frances Blogg. Con ella entró en contacto con el cristianismo, en el que encontró el sentido de la vida y una base moral e intelectual para sus inquietudes sociales, que hasta ese momento había intentado saciar en los círculos fabianos.
Otro hito en su vida sería su amistad con Hilaire Belloc, un joven historiador de ascendencia francesa al que conoció en 1900. Belloc era católico (como lo sería Chesterton en 1925 tras su conversión) y junto a él formó un tándem intelectual que atacaría sin piedad las bases de la Modernidad. Entre sus principales caballos de batalla se encontraba el orden socioeconómico nacido de la revolución industrial. Lo que comenzó como una crítica a las propuestas capitalista y socialista acabaría derivando en la proposición de una nueva filosofía socio-política basada en la doctrina social de la Iglesia (en concreto, la Rerum Novarum escrita por León XIII en 1891) y en el orden económico tradicional.

A partir de 1925, el distributismo pasó de ser una teoría a ser un movimiento social que se organiza alrededor de la Liga distributista, fundada en 1926. El órgano de comunicación de la Liga era el semanario G.K.´s Weekly, editado por Chesterton, que utilizó así su fama como literato, periodista y polemista para extender las ideas distributistas. En esta publicación participarán los principales teóricos del distributismo, como el Padre Vincent Mc Nabb o Eric Gill. En esta revista, Chesterton firmó más de cuatrocientos artículos en torno al distributismo, que se sumaron a sus ensayos y obras literarias en los que abordó este tema como Lo que está mal en el mundo (1910), Los límites de la cordura (1927) o El regreso de Don Quijote (1926)
Durante sus primeros años, la Liga Distributista creció con rapidez, extendiéndose por todo el territorio de las Islas Británicas, alcanzando también Australia, Nueva Zelanda y Canadá. Por desgracia, la Liga apenas sobreviviría a la muerte de Chesterton en 1936, aunque sus ideas no se apagarían y seguirían vivas en numerosas iniciativas como el Movimiento del Trabajador Católico de Dorothy Day y en intelectuales como E. F. Schumacher, llegando hasta hoy.
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