jueves, 31 de marzo de 2016

Bibliografía distributista básica. Parte I

En estos primeros artículos, nos proponemos dar a conocer las bases y los fundamentos del distributismo. Tras exponer sus principios y empezar a dar a conocer las biografías de algunos de sus autores más importantes, esta serie de posts tiene como objetivo dar a conocer los libros que sustentan la teoría distributista: desde los clásicos, hasta los más actuales.

Empezamos con las obras clásicas, los escritos de Chesterton y Belloc. Para el que se inicia en la aventura del distributismo, es fundamental conocer los escritos de Hilaire Belloc. Este historiador amigo de Chesterton resulta imprescindible y, aunque escribió incontables libros, los que mejor exponen el pensamiento distributista son los siguientes:
    •    El Estado Servil ( The Servile State). En la Introducción, el autor ya nos señala el objetivo de su libro: “Este libro ha sido escrito para sostener y probar la verdad siguiente: Que nuestra sociedad moderna, en la cual sólo unos pocos poseen los medios de producción, hallándose necesariamente en equilibrio inestable, tiende a alcanzar una condición de equilibrio estable mediante la implantación del trabajo obligatorio, legalmente exigible a los que no poseen los medios de producción, para beneficio de los que los poseen. Con este principio de compulsión aplicado contra los desposeídos, tiene que producirse también una diferencia en su estatus; y a los ojos de la sociedad y de la ley positiva, los hombres serán divididos en dos clases: la primera, económica y políticamente libre, en posesión, ratificada y garantizada, de los medios de producción; la segunda, sin libertad económica ni política, pero a la cual, por su misma falta de libertad, se le asegurará al principio la satisfacción de ciertas necesidades vitales y un nivel mínimo de bienestar, debajo del cual no caerán sus miembros.” Un análisis que coincide con lo que vemos hoy. Se pueden encontrar ediciones antiguas de segunda mano en español y una edición reciente en El buey mudo.
    •  La restauración de la propiedad ( An Essay on the restoration of property). En esta obra, Belloc  nos plantea los requisitos necesarios para poseer los medios de producción y construir un futuro distributista. Se puede leer gratuitamente en el siguiente enlace.


Chesterton es el siguiente gran autor que sentó las bases del distributismo. De él hemos hablado en un artículo anterior. En esta ocasión mencionaremos sólo dos de sus obras, aunque sus planteamientos distributistas se pueden encontrar en otros muchos libros y artículos que escribió:


    • Lo que está mal en el mundo (What´s wrong in the world). En esta obra, Chesterton hace una crítica de los fundamentos teóricos y las estructuras políticas y económicas de la modernidad, a la vez que defiende el hogar, la familia y la propiedad. Existen dos ediciones recientes en español, una publicada por Ciudadela y otra por Acantilado.
    • Los límites de la cordura (The outline of sanity). En esta obra se combina una crítica del capitalismo, con una defensa del distributismo entendido como una una sociedad más justa, donde la propiedad de los medios de producción esté distribuida adecuadamente, para que cada uno pueda vivir sin depender de las organizaciones, siendo así cada uno dueño de su propia trabajo. Se puede encontrar una edición reciente publicada por El buey mudo.

Hasta aquí llega el primer artículo en torno a la bibliografía distributista básica. En los siguientes, trataremos obras más recientes pero igual de interesantes.

jueves, 10 de marzo de 2016

G. K. Chesterton y el distributismo

Gilbert Keith Chesterton nació en Inglaterra en 1874 de Edward y Mary Louis Chesterton. Su familia paterna era anglicana y su familia materna era evangélica, aunque la familia acudía a los servicios de una iglesia unitaria. En realidad, la religión no jugaba ningún papel en sus vidas, era una convención más, algo que un buen ciudadano inglés debía hacer. En general, se adecuaban bastante al ambiente moderno de la época, puesto que poseían una mentalidad positivista. El matrimonio tendría otro hijo en 1879, Cecil, que sería el gran compañero de su hermano Gilbert.
Los años de formación de Chesterton comenzaron en 1881, cuando le tocó acudir a la escuela preparatoria. En 1887, entraría el St. Paul´s School, una escuela que gozaba de bastante prestigio y de la que saldrían otras figuras eminentes como Winston Churchill. El nivel de la escuela era alto, pero también se encontraba influido por el pensamiento de la época: el agnosticismo era la filosofía general del profesorado y el positivismo, la confianza en el progreso y el darwinismo, los valores en que formaban a sus alumnos.
El fin de los estudios pre-universitarios le pilló con el pie cambiado. Chesterton no tenía claro su futuro y decidió matricularse en cursos de Arte, Francés, Inglés y Latín en el University College de Londres. Sin embargo, su indolencia pronto le hará abandonar y, finalmente, sólo continuará con su vocación de pintor en la Slade School. Durante estos años, Chesterton vivirá inmerso en el ambiente bohemio, con una existencia errática y carente de objetivos. Nada hacía presagiar el rumbo que tomaría la vida de Chesterton en los años siguientes.
A través de la Literatura, de sus lecturas de Dickens, Stevenson, Browning y Whitman, se le abrió a Chesterton una realidad nueva. En 1896, entraría en su vida una de las personas que más ayudó por hacer de Chesterton lo que llegó a ser: su futura esposa Frances Blogg. Con ella entró en contacto con el cristianismo, en el que encontró el sentido de la vida y una base moral e intelectual para sus inquietudes sociales, que hasta ese momento había intentado saciar en los círculos fabianos.
Otro hito en su vida sería su amistad con Hilaire Belloc, un joven historiador de ascendencia francesa al que conoció en 1900. Belloc era católico (como lo sería Chesterton en 1925 tras su conversión) y junto a él formó un tándem intelectual que atacaría sin piedad las bases de la Modernidad. Entre sus principales caballos de batalla se encontraba el orden socioeconómico nacido de la revolución industrial. Lo que comenzó como una crítica a las propuestas capitalista y socialista acabaría derivando en la proposición de una nueva filosofía socio-política basada en la doctrina social de la Iglesia (en concreto, la Rerum Novarum escrita por León XIII en 1891) y en el orden económico tradicional.
Los primeros escritos distributistas proceden de “una famosa disputa mantenida entre finales de 1907 y principios de 1908 por Belloc y Chesterton en la revista New Age, editada por el socialista fabiano inglés A.R. Orage, en que los dos autores discuten con G.B. Shaw y H.G. Wells sobre capitalismo, socialismo y distribución de la propiedad. En esta disputa se sientan las bases del distributismo, que en años subsiguientes,de  forma tímida en la revista The Eye Witness (editada por Cecil Chesterton, hermano de G.K. Chesterton y Hilaire Belloc), y luego con más intensidad en el semanario G.K.´s Weekly, sería desarrollado por una serie de autores, siempre bajo el liderazgo intelectual de Chesterton y Belloc”.(SADA CASTAÑO, Daniel: El distributismo inglés en el primer tercio del s.XX. Fundación Universitaria Española). En 1910 aparecería la primera obra que se puede llamar distributista: Lo que está mal en el mundo, de Chesterton. En 1913, Belloc publicaría la obra de referencia del distributismo: El Estado servil, donde aparece por primera vez el término distributismo.
A partir de 1925, el distributismo pasó de ser una teoría a ser un movimiento social que se organiza alrededor de la Liga distributista, fundada en 1926. El órgano de comunicación de la Liga era el semanario G.K.´s Weekly, editado por Chesterton, que utilizó así su fama como literato, periodista y polemista para extender las ideas distributistas. En esta publicación participarán los principales teóricos del distributismo, como el Padre Vincent Mc Nabb o Eric Gill. En esta revista, Chesterton firmó más de cuatrocientos artículos en torno al distributismo, que se sumaron a sus ensayos y obras literarias en los que abordó este tema como Lo que está mal en el mundo (1910), Los límites de la cordura (1927) o El regreso de Don Quijote (1926)

Durante sus primeros años, la Liga Distributista creció con rapidez, extendiéndose por todo el territorio de las Islas Británicas, alcanzando también Australia, Nueva Zelanda y Canadá. Por desgracia, la Liga apenas sobreviviría a la muerte de Chesterton en 1936, aunque sus ideas no se apagarían y seguirían vivas en numerosas iniciativas como el Movimiento del Trabajador Católico de Dorothy Day y en intelectuales como E. F. Schumacher, llegando hasta hoy.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Distributismo. Los principios

¿Es realista hablar de una economía que esté al servicio de los seres humanos (como propone la encíclica Caritas in Veritate) y no al revés? Pensamos que sí. Tanto el capitalismo como el socialismo son hijos de la industrialización, es decir, de la producción a gran escala. Para este tipo de producción se precisa agrupar la mayor cantidad de recursos en pocas manos, ya sean de grandes empresarios en el caso del capitalismo o de burócratas públicos en el del socialismo. Este sobredimensionamiento de la producción, no sólo nos hace esclavos de la misma, hasta el punto de poner al hombre al servicio de la producción en lugar de a la producción al servicio del hombre, sino que nos ataca también por lado de las posibilidades de consumo, estandarizadas y sin apenas margen para la elección, por no hablar de sus efectos sobre la salud y el medio ambiente. Tanto capitalismo como socialismo son hijos de una época en la que, en el marco de una fuerte beligerancia entre naciones y de un pensamiento que valoraba los logros materiales muy por encima de la ética o de las personas, la eficiencia era puesta por encima del ser humano. 

Pensamos honestamente que existe un camino alternativo, que nos enseñaron pensadores como G. K. Chesterton, Hilaire Belloc o E.F. Schumacher. Un camino que pasa por la reversión de esas prioridades, y que ese camino no solo es posible sino que además es imprescindible para la supervivencia de nuestra sociedad y de nuestra cultura. Esa senda pasa necesariamente por la recuperación de valores tradicionales como la familia o la propia vida en comunidad que, lejos de constituir un peligro para la libertad individual, como a menudo se nos ha querido vender, suponen el único marco adecuado para pleno y libre desarrollo de la creatividad de cada persona. Queremos una economía a escala humana.


Para ello defendemos:

1.      Que las familias deben tener acceso a la propiedad de los medios de producción. Para ello debe fomentarse la empresa familiar y de pequeño tamaño.
2.      Que las actividades de producción, distribución y consumo deben ordenarse a pequeña escala y de manera respetuosa con el medio ambiente.
3.      Que el trabajo debe ser una actividad creativa y de autorrealización, y no un mero esfuerzo vacío de significado más allá de la obtención de un salario.
4.      Que el sistema financiero debe servir para convertir los ahorros de unas familias en posibilidades de inversión para otras, y no para acumular beneficios abusivos no justificados.
5.      Que han de ser la cooperación, y no la competencia descontrolada, y la solidaridad, y no el máximo beneficio, los principios rectores de la actividad económica.
6.      Que la actividad económica, como fenómeno que implica al hombre en su actuación en sociedad, ha de procurar el enriquecimiento integral de éste.
7.      Que la recuperación moral de la sociedad europea y occidental ha de pasar necesariamente por la restitución de la cultura clásica y tradicional que le da origen y sentido.
8.      Que ha de ser la subsidiariedad, y no el despilfarro, el exceso de control o el laissez-faire, el principio básico para ordenar la actuación del Estado en la economía.